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miércoles, 30 de abril de 2025

El problema de los tres cuerpos

"El problema de los tres cuerpos" es la primera novela no escrita originariamente en inglés galardonada con el premio Hugo, el Nobel del género de la ciencia ficción.

Su autor, Cixin Liu, ha sido considerado el gran descubrimiento del género y es capaz de vender cuatro millones de ejemplares solamente en China y de hacerse con prescriptores de la talla de Barack Obama, quien seleccionó "El problema de los tres cuerpos" como una de sus lecturas navideñas de 2015, y Mark Zuckerberg, que lo convirtió en la primera novela de su club de lectura.

El público y la crítica de los cinco continentes se rinden ante esta obra maestra, enormemente visionaria, sobre el papel de la ciencia en nuestras sociedades, que nos ayuda a comprender el pasado y el futuro de China, pero también, leída en clave geopolítica, del mundo en que vivimos.

En 1967, Ye Wenxie presencia la ejecución de su padre, profesor de Física en la universidad, por parte de los guardias rojos, jóvenes a favor de la Revolución Cultural de Mao Zedong en China. Jóvenes que eran sus propios estudiantes. Poco tiempo después, Wenxie es engañada y condenada a prisión por «esparcir material antirrevolucionario». Un viejo alumno de su padre le ofrece dos posibilidades: la cárcel o aportar sus conocimientos y pericia a la base de Costa Roja.

Cuarenta años mas tarde, Wang Miao, especialista en nanotecnología, se ve enfrascado en la investigación de una ola de suicidios masiva, en donde todos los fallecidos son científicos de renombre. Un día, una cuenta atrás se aparece frente a sus ojos. ¿Qué tiene que ver con las muertes recientes y con el extraño juego de realidad virtual en donde la civilización es destruida una y otra vez?

Esta preciosura de obra es un ejemplo de la rama de la ciencia ficción que se apoya con mucha fuerza en la parte de ciencia. Cuando está ambientada en el mundo real, hace referencia en forma constante a invenciones y teorías que van desde la física a la psicología de masas. Si bien muchas de las menos conocidas se explican, recomiendo leerlo con Google abierto.

Los personajes tienden a ser similares al libro mismo en ese aspecto: técnicos, lógicos, pero a su vez esconden una gran pasión por la investigación y una fe ciega en la ciencia, que se cae a pedazos cuando empiezan a acontecer sucesos que la contradicen. Ye Wenxie es una mujer que tiene que lidiar con una sociedad que reprime con brutalidad cualquier mínimo pensamiento que pueda ir contra la ideología. A modo de ejemplo, no puede ni siquiera hablar de manchas negras en el sol (manchas solares), porque el color negro es el de los antirrevolucionarios y el sol representa al Líder Supremo. La sola insinuación implicaría su muerte y posiblemente la de toda su familia.

Wang Miao, por otra parte, es perseguido por una cuenta regresiva. Aparece en sus fotos, flota frente a sus ojos, incluso llega en señales desde el espacio. La única forma de detenerla parece ser parar su investigación, como han sugerido otros científicos, pero no puede sacarse de la cabeza que todo está conectado con los suicidios y la misteriosa nota de una científica fallecida: «la física no existe y nunca existirá».

En el grupo de personajes lleno de mentes lógicas, destaca Shi Qiang como la excepción, un comisario de policía que tiene poco de ciencia pero mucha calle. Su rol es lidiar con el peso emocional de la situación, aconsejar a Wang cuando no parece haber salida racional. Es uno de los personajes más fáciles para empatizar, ya que es una de las pocas «personas de a pie» que no entiende mucho de lo que se habla, pero sabe analizar la situación y aprovecharse de ella, muchas veces, a costa de la furia de sus superiores.

Cixin Liu lleva el libro en tres escenarios paralelos: la historia de Ye Wenxie desde 1967, la investigación de Wang Miao en 2007 en el mundo real y, a su vez, sus avances en el juego de realidad virtual Tres Cuerpos. El objetivo de este último es encontrar la solución para que la civilización sobreviva a las eras caóticas, en donde el sol puede salir cada dos horas o no salir por dos años y sumir al planeta en una era de hielo, para después aparecer cubriendo la mitad del cielo e incinerar todo a su paso.

La novela puede ser desconcertante en la forma en la que está narrada. Suele ser en tercera persona, pero de repente un capítulo se pasa a la primera persona y otros son expedientes militares. Se nota mucho la personalidad del personaje principal de cada capítulo; los de Ye Wenxie tienden al monólogo, se les da poca importancia a otros personajes, estan cargados de estudios científicos y dispositivos que usa en su trabajo rutinario, mientras que los que tienen a Wang Miao están más basados en su interacción con múltiples actores y en la reflexión de lo que va sucediendo.

El problema de los tres cuerpos es un libro desafiante, que discute el rol de la ciencia en la sociedad, la obsesión, el fatalismo y cómo las pequeñas acciones en el lugar correcto pueden desencadenar consecuencias universales. Queda más que recomendado para todos aquellos que les guste la ciencia ficción del estilo de Arthur C. Clarke y los que quieran conocer una perspectiva interna de la historia reciente de China.

lunes, 28 de abril de 2025

encuentran un "dinosaurio con armadura" completamente desconocido que vivió hace 100 millones de años

Se cree que medía entre 5 y 6 metros de largo y los científicos aseguran que se trata de los primeros rastros de esta especie alguna vez encontrados.


Unas huellas fosilizadas de cien millones de antigüedad halladas en Canadá han permitido descubrir una nueva especie de anquilosaurio al que han denominado Ruopodosaurus clava, según un estudio que publica Journal of Vertebrae Paleontolgy.

Las huellas datan de mediados del Cretácico, hace entre 100 y 94 millones de años, y se encontraron en Tumbler Ridge en la Montañas Rocosas (Columbia Británica) y en el noroeste de Alberta.

Científicos encuentran un nuevo dinosaurio con armadura que vivió hace millones de años

Existen dos grupos principales de anquilosaurios: los anquilosaurios nodosaurios de cola flexible y cuatro dedos, y los anquilosauridos anquilosaurios con cola en forma de maza y sólo tres dedos en los pies.

El equipo de expertos, encabezado por el Roya BC Museum de Canadá, bautizó a la nueva especie Ruopodosaurus clava, que significa «lagarto con garrote y maza», en referencia tanto a la ubicación montañosa en la que se descubrieron las huellas como a los característicos garrotes de la cola de estos dinosaurios.

El Ruopodosaurus «debía medir entre 5 y 6 metros de largo, tenía púas y armadura y que su cola era rígida o en forma de garrote», según Victoria Arbour, paleontóloga especializada en el estudio de los anquilosaurios y una de las firmantes del estudio.

Por qué este descubrimiento es relevante para la ciencia

A diferencia de las conocidas huellas de anquilosaurio llamado Tetrapodosaurus borealis encontradas por toda Norteamérica, que tienen cuatro dedos, estas nuevas huellas sólo tienen tres, lo que las convierte en los primeros ejemplos conocidos de huellas de anquilosaurido anquilosaurio en el mundo.

El descubrimiento también demuestra que los dos tipos principales de anquilosaurios, incluida esta nueva especie de tres dedos coexistieron en la misma región durante esta época.

Este hallazgo, recalcó Arbour, proporciona «una nueva pieza del rompecabezas sobre las antiguas criaturas que antaño vagaban por lo que hoy es Canadá

Un hito para la biodiversidad: los quolls orientales regresan a Australia después de 60 años

La vuelta de estos misteriosos marsupiales después de décadas, detallada por Popular Science, no solo revitaliza sus antiguos hogares, sino que también inaugura un capítulo clave en la conservación de especies, fusionando tradición indígena con tecnología moderna.

En un evento que marca un importante logro para la biodiversidad australiana, el proyecto de reintroducción de quolls orientales captó la atención tanto de expertos en conservación como del público general. Después de más de 60 años de ausencia en el continente, estos marsupiales vuelven a recorrer tierras australianas, gracias a un esfuerzo conjunto liderado por la Universidad de Sydney y la organización de conservación Aussie Ark. 

Este acontecimiento, celebrado en la propiedad Bannockburn del Scots College en Nueva Gales del Sur, fue inaugurado con una ceremonia de “Welcome to Country”, una práctica cultural a cargo del líder tribal JerrinjaRon Carberry, que refleja la importancia de las tradiciones indígenas en la protección del medio ambiente. 


La significancia de los quolls orientales

Los quolls orientales, conocidos por su aspecto distintivo con manchas blancas y su comportamiento nocturno, son considerados oportunistas en la caza, como aclara el Departamento de Cambio ClimáticoEnergíaMedio Ambiente y Agua de Australia. Se alimentan principalmente de insectospequeños mamíferosaves y reptiles. Su desaparición de la Australia continental se debió principalmente a la depredación por zorros introducidosenfermedades y envenenamientos intencionados. 

Metodologías innovadoras en monitoreo

Para asegurar la efectividad de esta reintroducción, el equipo de la universidad y la agrupación implementó avanzadas metodologías de monitoreo, tal y como explicó Thomas Newsome del Global Ecology Lab.

Utilizando transmisores de radio de muy alta frecuencia y sistemas de posicionamiento global instalados en la cola de los quolls, junto con una red de vigilancia con 54 cámaras trampa, estos especialistas pretenden capturar datos críticos que ayuden a comprender mejor la ecología de esta especie y su interacción con el ecosistema local



Angelica keiskei (Ashitaba)

Angelica keiskei, comúnmente conocida por su nombre en japonés ashitaba, literalmente "hoja del mañana", es una especie de planta de la familia Apiaceae. Es nativa de Japón, donde habita en la costa del Pacífico.​ Es endémica de las zonas de la península de Bōsō, península de Miura, península Izu, y las islas Izu. Ha sido ampliamente cultivada en otras zonas.

Descripción
Es una planta perenne, que alcanza entre 50 a 120 cm de alto. Al igual que la mayoría de los miembros de la familia de las zanahorias, produce amplias umbelas de flores blancas y posee hojas disectadas.

Angelica keiskei se asemeja mucho a Angelica japonica, pero se las puede distinguir por su periodo de floración, el cual va de mayo a octubre, mientras que el periodo de floración de A. japonica's abarca de mayo a julio. Otro indicador es el color característico de su savia.​

Taxonomía
Su denominación hace honor a Keisuke Ito, un médico y botánico japonés de la era Meiji. El nombre japonés Angelica keiskei, "ashitaba", hace referencia a las cualidades de regeneración que presenta luego de haber sufrido un daño.

Cultivo

La ashitaba es una especie que abunda en los jardines y macetas en Japón. Ello se debe a que no requiere de condiciones especiales para su cultivo y crece con rapidez. Es una planta resistente al frío, sus temperaturas óptimas de cultivo se encuentran entre 12 y 22 °C. Al cortar una hoja por la mañana muchas veces a la mañana siguiente se puede observar el comienzo de un nuevo brote.

El uso principal de sus tallos, hojas, y raíces es en la gastronomía. Se los utiliza para preparar soba, tempura, shōchū, té, helado, pasta, etc. La variedad 'Mikura-jima' es especialmente apreciada ya que es menos amarga que otras.​

Medicina
A partir de resultados obtenidos mediante estudios “in vitro” se ha sostenido que A. keiskei posee propiedades citotóxicas, antidiabéticas, antioxidantes, antiinflamatorias, antihipertensivas, y antimicrobianas, pero la eficacia de dichas cualidades no ha sido confirmada aún por estudios in vivo.

Tradicionalmente, se ha considerado que esta especie posee propiedades que mejoran la salud y extienden la vida de las personas que la consumen, posiblemente debido a los chalconoides que son un componente específico de estas especies de Angelica. Durante el período Edo, la savia amarilla del tallo se utilizó con efectividad en el tratamiento externo de la viruela, lo cual indujo a que Kaibara Ekken describiera la hierba en su Yamato honzō con el nombre de ashitagusa, como una "poderosa droga tónica." La medicina tradicional japonesa sostiene que es un diurético, tónico, digestivo, y cuando se le aplica como tópico aumenta la velocidad de cicatrización de heridas y previene el desarrollo de infecciones.

Por razones similares, es ampliamente utilizada como pastura del ganado, afirmándose que mejora la calidad de la leche, su cantidad y la salud del ganado. Sin embargo ello no ha podido ser demostrado aún por ensayos, algunos estudios indican que varios de los compuestos de estas plantas poseen furocoumarinos. Se sabe que la furanocumarina aumenta la sensibilidad de la piel a los rayos del sol y puede causar dermatitis.

Fuente de vitamina B12
Si bien a menudo se ha indicado que A. keiskei es una fuente vegetal de vitamina B12 (cobalamina), las publicaciones recientes en revistas científicas con revisión de pares sobre investigaciones de farmacología y fitoquímica de sus constituyentes de interés no han podido determinar nada que avale dicha aseveración.​ Los métodos tradicionales para medir la presencia de vitamina B12 en alimentos se ven afectados por contaminantes (tierra, bacterias, etc.) que contiene cantidades detectables de análogos inactivos de B12, lo cual explica el origen de esta aseveración.​ Estudios más recientes indican que ciertos hongos y algas son las únicas fuentes naturales de B12 aparte del reino animal.​ De estos, sólo el alga Chlorella ha demostrado tener la habilidad de reducir los niveles de ácido metilmalónico (MMA por sus siglas en inglés) (producto de la deficiencia de B12) en los seres humanos.​

Efectos sobre procesos de envejecimiento
Investigaciones realizadas sugieren que esta especie contiene un compuesto que podría retardar el envejecimiento. Los investigadores han identificado al flavonoide 4,4'-dimetoxicalcona (DMC), que describieron como un "compuesto natural con propiedades antienvejecimiento" en la planta. En un estudio​ los investigadores han manifestado que desacelera el proceso de degeneración lo que podría ser un enfoque importante para abordar enfermedades relacionadas tales como la enfermedad cardíaca.​

En pruebas en células humanas, los científicos descubrieron que la DMC parece ralentizar la senescencia, el proceso por el cual las células dejan de dividirse y comienzan a crecer de forma permanente, que se ha relacionado con el cáncer. Las pruebas en animales también mostraron resultados prometedores. Cuando los científicos alimentaron gusanos y moscas de la fruta con el compuesto, su vida pareció extenderse en un 20 por ciento. También protegió los corazones de los ratones cuando se bloqueó el flujo de sangre. El equipo cree que DMC podría funcionar al desencadenar la autofagia, un proceso de reciclaje de las células en el que se eliminan las células dañadas.​

domingo, 27 de abril de 2025

Migala

Inspira miedo con sus largas patas velludas

La mígala es la mayor de las arañas conocidas. Existen varias especies, tan semejantes que únicamente pueden ser diferenciadas por especialistas. 

Terrestre y nocturna, la mígala pasa el día disimulada entre los detritus vegetales del bosque o en una pequeña madriguera que constituye su domicilio. Cuando llega la noche, sale de caza. Su alimento consiste en pequeños mamíferos, escorpiones, arañas, lagartos... En resumen, todas aquellas criaturas que es capaz de dominar son susceptibles de figurar en su menú. 

Cuando puede, la mígala ataca a los polluelos en los nidos para chuparles la sangre. Atrapa a su presa entre sus potentes ganchos bucales y le chupa los jugos hasta dejar un pequeño cadáver medio desecado cuando acaba su banquete. A pesar de disponer de glándulas venenosas, la mígala no es tan peligrosa para el hombre como se ha pretendido, y las historias de exploradores puestos en peligro por esta araña deben quedar con plena seguridad en el terreno de lo fantástico. 

Muchos guardianes de jardines zoológicos han sido picados por las mígalas, pero los envenenamientos han quedado localizados y no tuvieron peligrosas consecuencias. El veneno tiene una composición química compleja y hace las veces de jugo gástrico. La mígala lo instila en su víctima para predigerirla. En efecto, bajo la acción de este líquido, el interior de la presa se licúa progresivamente, permitiendo a la araña, absorberla por succión. 

En libertad, la mígala tiene pocos enemigos, salvo una especie particular de avispa cazadora, que consigue paralizarla aguijoneándola insistentemente.

Grupo: Artrópodos

Clase: Arácnidos

Orden: Araneideos

Familia: Aviculáridos

Género y especie: Avicularia avicularia (migala aviar)

sábado, 26 de abril de 2025

La envidia más que un pecado según la neurociencia

Suspirar por lo que otros tienen, ya sean bienes materiales o cualidades, está en nuestra naturaleza. Y sí, existen diferentes tipos de envidia: la sana y aquella por la que nos ponemos verdes.

¿Por qué no puedo ser yo como él?
Aparece cada vez que a tu compañero de trabajo el jefe le da una palmadita en la espalda y a ti no. Y cada vez que Instagram te enseña un selfi de tu mejor amiga bañándose en las aguas turquesas de una playa solitaria de Menorca. La reconoces porque te deja un regusto amargo en la boca. Preferirías no sentirla. Pero no puedes evitarlo. Más que nada porque, evolutivamente, a los humanos nos resultaba ventajoso.

La envidia era el modo que tenían nuestros antepasados de evaluar su posición frente a la de los demás –sobre todo, aquellos que más se les parecían– en la competición por los recursos y de compararse para saber dónde estaban y si tenían que hacer algunos ajustes para recuperar posiciones en la lucha por la supervivencia y la reproducción.

Es natural, sí, pero duele. De hecho, los escáneres cerebrales muestran que activa las mismas zonas del encéfalo que se ponen a funcionar cuando sentimos dolor físico. Se trata de la corteza cingulada anterior, la encargada de procesar los conflictos. La intensidad con la que bullen sus neuronas es proporcional a cómo de inferiores nos sentimos cuando nos comparamos con alguien, según un estudio japonés que publicó hace unos años la revista Science.

El sufrimiento que produce sentir envidia es indistinguible del generado por una quemadura. Y, sin embargo, socialmente tiene connotaciones positivas. Para destacar que algo es realmente bueno afirmamos que es envidiable. “Virtud envidiada es dos veces virtud”, decía Quevedo. En nuestro fuero interno, nos cuesta concebir el éxito si no despierta algo de envidia. Incluso distinguimos entre la “envidia sana” y la que nos pone “verdes de envidia”.

Verdes de envidia
En esto último, la ciencia nos da toda la razón. De acuerdo con una investigación de la Universidad de Tilburgo (Holanda), hay que diferenciar entre la envidia que se dirige a personas que han conseguido lo que nosotros codiciamos y la que se centra en lo que posee y anhelamos. La primera es la pecaminosa, nos hace desear que al otro se le tuerzan las cosas y se asocia a sentir placer cuando a los otros les va mal (schadenfreude lo llaman, es decir, regodeo en el mal ajeno).

La segunda nos predispone a adoptar un punto de vista constructivo para lograr lo que no tenemos. Nos motiva para tomar ejemplo y equipararnos o superar a aquellos a quienes envidiamos. En el primer caso, vemos a alguien delgado, refunfuñamos un “vaya suerte tiene” y solo imaginarle ganando peso ya nos causa placer. En el segundo, experimentamos tal envidia por su delgadez que… ¡nos apuntamos esa misma tarde al gimnasio!

La envidia 2.0
Últimamente, la envidia –la mala– se ha agudizado con el uso de las redes sociales. Según un estudio de la Universidad Técnica de Darmstadt (Alemania), tanto la envidia como los celos incrementan con el uso de Facebook. Sobre todo si se hace un uso pasivo de las redes, es decir, si se mira lo que otros publican en lugar de postear y comentar.

Facebook e Instagram son una oportunidad para la comparación social a una escala sin precedentes, dicen los expertos. De hecho, un 41 % de los internautas admiten sentir envidia cuando ven lo aparentemente felices que son sus amigos de Facebook e Instagram, explicaba un estudio de la empresa Kaspersky Lab. Especialmente si tienen más cantidad de me gusta que nosotros.

Las que más desazón causan son las entradas e imágenes publicadas durante las vacaciones, practicando un hobby o en una fiesta. Justo el tipo de momentos que más suelen compartir los usuarios.

Hemos mencionado la envidia y los celos. Por separado, sí. Porque hay diferencias. Según Scott O. Lilienfeld, de la Universidad Emory (EE. UU.), la esencial es que la primera implica solo a dos personas, mientras que los segundos involucran al menos a tres.

Sientes envidia de quien gana una medalla que tú no consigues, y celos si invitan a tu compañero a una fiesta pero no a ti. Por otro lado, un estudio de la Universidad de Valencia realizado en el ámbito laboral reveló que las mujeres suelen manifestar más celos que ellos hacia las rivales que las superan en atractivo físico y más envidia hacia contrincantes más poderosas y dominantes.

Por paradójico que resulte, tanto los celos como la envidia tienen algo en común con el afecto y la empatía: la oxitocina. Esta hormona no solo fomenta las conductas prosociales positivas, sino que puede amplificar los sentimientos negativos. Vamos, que lo mismo que potencia el altruismo y la creación de relaciones afectivas mientras nos sentimos bien, cuando nos sentimos en desventaja frente a otros puede disparar la agresividad y el sentimiento de envidia, tal y como demostraron científicos de la Universidad de Haifa (Israel). Como dos caras de la misma moneda.

Echa la culpa de tu envidia a...
Estos cinco puntos pueden influir en la aparición de este sentimiento con el que a ninguno nos gusta tener que lidiar porque puede provocarnos un gran malestar.

La edad
Espejito, espejito, ¿quién es el más envidioso? Probablemente, el más joven. Un estudio de la Universidad de California en San Diego (EE. UU.) demostró que los jóvenes sienten más envidia –y por razones más variadas– que los maduros. Lo habitual es que el sentimiento se lo provoque alguien de su género.
La envidia ha sido relacionada con la edad, la oxitocina, la personalidad y las redes sociales. Imagen de André Santana Design André Santana en Pixabay.

La oxitocina
En situaciones afectivas, la llamada hormona del amor aumenta los sentimientos positivos, como el afecto que sienten los padres por sus hijos. Sin embargo, en circunstancias en que prima la competitividad, un chute de oxitocina fomenta la envidia e incluso la agresividad.

Tu personalidad
El 90 % de la gente se puede clasificar en cuatro tipos básicos de personalidad: optimista, pesimista, confiado y envidioso, según un trabajo realizado en la Universidad Carlos III de Madrid. El patrón de envidioso es el más numeroso, con un 30 % frente al 20 % de cada uno de los grupos restantes.

Las redes sociales
Investigadores canadienses de la Universidad de Columbia Británica demostraron que mirar en Facebook lo que otros publican hace que los usuarios de esta red social sientan que sus vidas están incompletas. Lo grave es que, para compensarlo, reaccionan creando contenidos que retratan “su mejor yo”. Pero provocar celos con retratos poco realistas no nos hace más felices.

La falta de narcisismo
Si fueras narcisista, no sabrías lo que es la envidia. Un estudio de la Universidad Estatal de Iowa (EE. UU.) publicado en Journal of Personality demostró que el inflado sentimiento de superioridad de los auténticos ególatras hace que “no envidien a nadie porque todo el mundo es menos que ellos”.

viernes, 25 de abril de 2025

Organelos celulares 1

Imaginen por un momento que dentro de cada una de nuestras células hay una bulliciosa metrópolis, donde miles de trabajadores incansables laboran día y noche para que todo funcione a la perfección. Esta ciudad microscópica tiene sus propias centrales eléctricas, sus sistemas de correos, sus plantas de reciclaje e incluso sus propios vigilantes. Hoy, vamos a adentrarnos en el fascinante mundo de los orgánulos celulares, esas diminutas máquinas que hacen posible la vida.

Las mitocondrias son las estrellas de esta historia. Estas pequeñas centrales energéticas funcionan como baterías biológicas, transformando el oxígeno y los nutrientes en ATP, la moneda de energía que alimenta todo lo que hacemos. Curiosamente, tienen su propio ADN, lo que ha llevado a los científicos a pensar que, en el pasado lejano, fueron bacterias independientes que, en un acto de cooperación evolutiva, se instalaron dentro de nuestras células. ¡Son como inquilinos que terminaron pagando el alquiler con electricidad!

Pero una ciudad no puede funcionar solo con energía. Necesita orden y logística. Ahí entra en juego el retículo endoplasmático, una red de membranas que actúa como fábrica y sistema de transporte. La versión "rugosa" está cubierta de ribosomas, esos pequeños robots moleculares que ensamblan proteínas siguiendo las instrucciones del ADN. La versión "lisa", por su parte, se dedica a producir lípidos y a desintoxicar la célula, como una especie de taller de químicos expertos.

Y si hablamos de distribución, no podemos olvidar al aparato de Golgi, el gran centro de empaquetamiento y envío de la célula. Imagínenlo como la oficina postal más eficiente del universo: recibe proteínas recién fabricadas, las etiqueta, las modifica y las envía a su destino final. Sin él, las moléculas andarían perdidas como paquetes sin dirección.

Pero no todo es producción y logística. También hay mantenimiento. Los lisosomas son los recolectores de basura celulares, equipados con enzimas capaces de descomponer desde desechos hasta bacterias invasoras. De hecho, si no fuera por ellos, nuestras células se ahogarían en sus propios residuos. Eso sí, tienen un lado oscuro: cuando una célula está dañada, los lisosomas pueden abrirse y autodestruirla en un proceso llamado autofagia, como un equipo de demolición celular.

Y no podemos dejar de mencionar al núcleo, el gran bibliotecario y jefe de operaciones. Dentro de él está el ADN, el manual de instrucciones de la vida, protegido como un tesoro. Si la célula fuera una empresa, el núcleo sería el CEO, tomando decisiones y asegurándose de que todo marche según lo planeado.

Así que la próxima vez que respiren, piensen o incluso descansen, recuerden que dentro de ustedes hay billones de estas nanofábricas trabajando sin parar. ¿No es increíble que la vida, en su esencia más básica, sea tan compleja y a la vez tan perfecta?

Si les gustó este paseo por la célula, no se pierdan los próximos episodios, donde exploraremos más secretos de la biología con curiosidades, anécdotas científicas y esas preguntas que siempre nos hicimos… pero nunca nos atrevimos a responder. ¡Dale play y sigamos descubriendo juntos! 



miércoles, 23 de abril de 2025

Dorothy Crowfoot y las estructuras invisibles

Una lectura en la adolescencia puede cambiar el futuro de una persona de forma insospechada. Esto le ocurrió a Dorothy Crowfoot cuando, con solo quince años, leyó el libro Concerning the Nature of Things (1925) de William Henry Bragg, el padre de la cristalografía. Esta lectura marcó el rumbo de Dorothy y la llevaría a convertirse en la tercera mujer en ganar un Premio Nobel.

La química británica Dorothy Mary Crowfoot-Hodgkin nació en El Cairo en 1910, en una época en la que Egipto era una colonia británica. No fue una mujer que destacase por un solo descubrimiento, sino por un conjunto de logros, todos relacionados con un campo común: la cristalografía de rayos X.

La cristalografía de rayos X: el descubrimiento revolucionario
El libro de Bragg que leyó Dorothy mostraba cómo “ver” los átomos y moléculas dentro de una estructura tridimensional formada por cristales, gracias a la cristalografía de rayos X. En esta técnica, se hacen pasar rayos X a través de un material cristalino y se proyecta una imagen con puntos que forman un patrón. El estudio de este patrón revela la estructura tridimensional del material. William Henry Bragg ganó el Premio Nobel de Física en 1915 por sus contribuciones en este campo. Pronto surgió interés por esta técnica en biología, ya que se sospechaba que las biomoléculas también podrían tener estructuras tridimensionales similares a los cristales simples. Aquí fue donde Dorothy jugó un papel crucial, hasta ganar el Premio Nobel de Química en 1964 “por la determinación de la estructura de numerosas sustancias biológicas mediante los rayos X.” No fue una sola molécula, sino varias.

Dorothy realizó sus estudios de química en la Universidad de Oxford entre 1928 y 1932. Tuvo la oportunidad de asistir a una conferencia del cristalógrafo John Desmond Bernal, conocido por ser el autor de Historia social de la ciencia. Unirse al laboratorio de Bernal en Cambridge fue el impulso que necesitaba para especializarse en cristalografía de rayos X aplicada a la biología. Su mentor defendía la coeducación, una idea que comenzaba a ganar relevancia, aunque las mujeres aún enfrentaban muchas dificultades. Tras completar su doctorado en 1934, volvió a Oxford, donde investigó en su especialidad hasta el final de sus días, destacando en un contexto científico predominantemente masculino.

Las moléculas que cambiaron la historia
Dorothy logró desvelar la estructura tridimensional de varias biomoléculas: colesterol (1937), penicilina (1945), vitamina B12 (1954) e insulina (1969). Lawrence Bragg, hijo de William Henry Bragg, afirmó que su trabajo sobre la vitamina B12 era tan significativo “como romper la barrera del sonido.” Respecto a la insulina, dedicó treinta y cinco años a su estudio, mejorando sus métodos para poder determinar su estructura molecular, una sustancia que consideraba fascinante y sobre la que ofreció numerosas conferencias alrededor del mundo.

La penicilina ocupa un lugar especial en los estudios de Dorothy, ya que se enamoró de esta molécula al conocer que podía curar ratones infectados por bacterias. Estaba convencida de que conocer su estructura tridimensional permitiría fabricar penicilina en grandes cantidades, y acertó. Estudió la penicilina en la década de 1940 utilizando los primeros ordenadores, que ocupaban habitaciones enteras, lo que la convirtió en una pionera en este ámbito.
Una pionera incansable hasta el final
Nuestra protagonista no solo fue una luchadora en la ciencia. Desde los veinticuatro años fue diagnosticada con artrosis severa, que afectó sus manos y pies. En esa época no había tratamiento para la artrosis, por lo que sufrió en silencio el dolor, mientras sus manos se deformaban progresivamente. No obstante, continuó escribiendo a mano todo lo que podía, adaptando su caligrafía para no mostrar sus dificultades. Incluso cuando se retiró en 1977, siguió viajando y dando conferencias, ya desplazándose en silla de ruedas debido a su enfermedad. Antes de ello, Dorothy fue madre de tres hijos y no permitió que la maternidad la alejase de su pasión por los cristales.

Por su trabajo incansable, fue reconocida en vida, como muestra su inclusión en la Real Sociedad de Londres a los treinta y siete años, siendo la tercera mujer en ser aceptada como miembro en casi trescientos años de existencia. Dorothy Crowfoot-Hodgkin falleció el 29 de julio de 1994 a los ochenta y siete años.

El legado de la cristalografía de rayos X y su evolución hasta hoy
El trabajo de Dorothy Crowfoot-Hodgkin marcó un punto de inflexión en la cristalografía de rayos X, abriendo nuevas posibilidades para explorar las estructuras de moléculas biológicas complejas. A partir de sus descubrimientos, la técnica se perfeccionó y comenzó a aplicarse en un rango mucho más amplio de investigaciones. Durante las décadas posteriores, los avances en computación permitieron analizar los patrones de difracción de forma más precisa y rápida, reduciendo significativamente el tiempo necesario para resolver estructuras tridimensionales. Este progreso fue clave para el desarrollo de la biología estructural moderna.

En la actualidad, la cristalografía de rayos X se ha convertido en una herramienta esencial para la ciencia, especialmente en el ámbito de la biomedicina. Los científicos la utilizan para estudiar proteínas complejas, como las enzimas y los receptores celulares, que juegan un papel crucial en enfermedades como el cáncer o el Alzheimer. La técnica ha sido fundamental para diseñar fármacos más efectivos, ya que permite visualizar exactamente cómo una molécula terapéutica interactúa con su objetivo. Incluso con la llegada de métodos alternativos, como la criomicroscopía electrónica, la cristalografía sigue siendo el estándar para obtener imágenes de alta resolución a nivel atómico.

La técnica ha trascendido el ámbito de la biología. Hoy se utiliza en el estudio de materiales avanzados, como superconductores y nanomateriales, que requieren un conocimiento detallado de sus estructuras cristalinas. Estos análisis contribuyen a desarrollar tecnologías en campos tan diversos como la energía renovable, la electrónica y la ciencia de los materiales. El legado de la cristalografía de rayos X es evidente en la enorme cantidad de descubrimientos científicos que se han logrado desde los primeros pasos de Dorothy, mostrando cómo una técnica que comenzó como una herramienta de laboratorio se ha convertido en un pilar fundamental de la investigación científica moderna.

martes, 22 de abril de 2025

El Aroma Exquisito Después de una Lluvia: ¿Qué lo Causa?

El agradable olor que percibimos después de la lluvia es causado por bacterias llamadas Actinomicetos, presentes en el suelo. 

Estas bacterias crecen en ambientes húmedos y cálidos; cuando el suelo se seca, producen esporas que quedan en el ambiente. Cuando las gotas de lluvia golpean el suelo, las esporas se elevan y llegan a nuestro sentido del olfato. 

El olor no proviene de las esporas, sino de un químico llamado geosmina que se libera al producir las esporas. La geosmina es la responsable del aroma terroso característico después de la lluvia, detectado incluso en pequeñas concentraciones. 

Las personas pueden percibir geosmina en niveles tan bajos como 5 partes por trillón, mostrando la sensibilidad del olfato humano. Este olor se intensifica después de una lluvia que sigue a un periodo seco y en lluvias ligeras. Otro aroma post-lluvia proviene de aceites volátiles de plantas, que se mezclan en el ambiente al llover.


lunes, 21 de abril de 2025

Olivos y Aceitunas

El árbol del olivo, olivera, Olea europea o aceituno es un árbol de los más bonitos que existen. Su fruto es la oliva o aceituna, un alimento empleado en multitud de recetas de cocina y remedios caseros para la salud. Es muy frecuente en los países bañados por el mar mediterráneo, pero también en algunos países de América.

El origen del olivo es algo dudoso, pero parece ser que proviene de la antigua Mesopotamia, hace ya más de 6.000 años.

El olivo es un árbol de hoja perenne. Siempre verde, de copa rala e irregular. El tronco y las ramas son muy retorcidos y nudosos.

Es alto, pues mide alrededor de diez metros de altura, pero en algunas regiones del Mediterráneo no es raro encontrar ejemplares de doble altura.

Las hojas son pequeñas, alargadas, grises verdosas por arriba y blancuzcas por abajo.

Su fruto, la conocida oliva o aceituna, es carnosa y de forma ovalada, y cuando aún no ha llegado a la maduración tiene un típico color verde (verde “oliva”, se dice), pero no se hace rosácea, violácea o negra hasta cuando está madura. De ella se extrae el aceite de oliva.

El olivo es un árbol que crece lentamente, pero en compensación es muy longevo. Puede vivir varios cientos de años, y existen algunos que se cree que tienen más de 2.000 años de edad.

Es bastante exigente en lo que respecta al clima. La perjudica mucho el frío, tanto es así que temperaturas inferiores a ocho grados bajo cero la pueden matar. Tampoco le va bien la lluvia excesiva, por lo que se adapta muy bien a terrenos secos.

Sus raíces son muy largas y profundas, para poder adquirir de la tierra la poca humedad que necesita. Referente al suelo, el olivo o árbol de aceitunas, se conforma con poca cosa, y así lo vemos crecer en tierras sumamente pobres y pedregosas.

La mayoría de las olivas o aceitunas son exprimidas en máquinas llamadas almazaras: el aceite de oliva que se extrae es uno de los más apreciados y saludables condimentos para la comida.

La aceituna, el fruto del olivo, puede tener varios destinos agroindustriales; uno de ellos es la producción de aceite y otro como fruto de mesa. No todas las variedades de aceituna sirven para ambos usos, y las hay claramente enfocadas a la producción de aceite y otras destinadas a ser aceitunas de mesa. Hay un tercer grupo que, sin embargo, pueden aceptar igual de bien ambas salidas.


 
Pero la aceituna no llega a la mesa directa del árbol, tal como lo hacen peras, manzanas, melocotones, etc. Normalmente pasan por un proceso de fermentación láctica -por bacterias que transforman los azúcares en ácido láctico y, de este modo, acidifican la pulpa, la reblandecen y la conservan frente a otros agentes patógenos- y después una conservación en salmuera u otros métodos. Algunas pasan directamente a la salmuera y otras prescinden de este método de conservación.

La fermentación es el proceso que hace a la pulpa de la aceituna comestible, y generalmente se prepara con un aderezo de hierbas aromáticas para que la carne adquiera su sabor apetitoso y característico. En ocasiones, determinadas variedades destinadas a aceitunas negras se fríen ligeramente para que la pulpa se ablande totalmente.

Tus células pueden oír: el descubrimiento que conecta el sonido, la genética y la salud humana

 Un nuevo estudio revela que las ondas sonoras pueden activar genes, modificar el comportamiento celular e incluso frenar la formación de grasa, sin necesidad de contacto físico ni fármacos. La ciencia empieza a desvelar cómo el sonido, más allá de los oídos, también puede hablarles a nuestras células.


Mediante un experimento riguroso, demostraron que células vivas pueden responder directamente a ondas acústicas audibles, alterando su expresión genética y sus funciones. Este hallazgo sugiere que el sonido, una forma de energía mecánica, no solo es detectado por los oídos, sino que puede ser percibido también a nivel celular, generando efectos medibles en procesos como la adhesión celular o la diferenciación de células grasas. El sonido como estímulo biológico

Tradicionalmente, el sonido ha sido estudiado como una experiencia sensorial: escuchamos, interpretamos y reaccionamos. Pero el equipo dirigido por Masahiro Kumeta fue más allá, proponiéndose observar si las células también “escuchan” y cómo responden a la estimulación acústica. Para ello, construyeron un sistema experimental en el que células cultivadas eran expuestas directamente a ondas sonoras dentro de un medio líquido, sin necesidad de órganos auditivos que medien la percepción. Aplicaron tres tipos de sonidos: uno de baja frecuencia (440 Hz), uno de alta frecuencia (14 kHz) y ruido blanco. La intensidad se mantuvo constante en 100 pascales, lo que está dentro del rango fisiológico al que podrían estar expuestas las células dentro del cuerpo. Al analizar los efectos tras 2 y 24 horas de exposición, los investigadores identificaron 42 genes con cambios tempranos y 145 con respuestas más tardías, según informaron en el artículo original. 

“En total, se identificaron 42 y 145 genes sensibles al sonido tras 2 y 24 horas de emisión continua”, escriben los autores. Esto demuestra que, incluso sin órganos especializados, las células reconocen e interpretan estímulos acústicos, y que esta señal es capaz de activar rutas bioquímicas concretas.



Un continente se parte en dos y la grieta ya es visible: esperan el surgimiento de un nuevo océano

 

Al igual que ocurrió con la separación de Pangea hace unos 230 millones de años, en el futuro podría emerger un nuevo océano en el continente africano a raíz de un proceso geológico similar. Tal y como recoge la CNN, todo surgiría en el Sistema de Fallas de África Oriental, que atraviesa Kenia, Tanzania y Etiopía y que, ahora, parece estar desgarrando gradualmente también el continente africano. De hecho, a lo largo de los últimos 25 millones de años, una de las fisuras existentes se ha ampliado hasta llegar a crear dos placas diferentes: la placa Nubia al oeste y la placa somalí al este.

En ese sentido, los geólogos pronostican que, a medida que la grieta entre las dos placas tectónicas se profundice, el agua inundará ese punto, formándose así un nuevo océano entre las dos mencionadas masas de tierra. Lo que parece seguro es que el paisaje de África se verá alterado en el futuro (probablemente en millones de años). Según National Geographic, en el continente africano también podría crearse una nueva masa de tierra a medida que la placa somalí se separe de la placa Nubia, surgiendo posiblemente una masa de tierra similar a Madagascar. 

miércoles, 9 de abril de 2025

Hallan un altar teotihuacano en Guatemala; la pieza fue elaborada entre el 400-450 d.C.

 El descubrimiento realizado por el Proyecto Arqueológico del sur de Tikal se ubicó en la zona guatemalteca de Petén, en la frontera con México


Un altar teotihuacano milenario fue descubierto en la ciudad maya de Tikal, una evidencia que reafirma los lazos entre estas dos culturas prehispánicas de los actuales México y Guatemala, anunciaron este lunes arqueólogos.En los últimos años, científicos han obtenido varios hallazgos de la influencia de Teotihuacan (centro de México) en Tikal (norte de Guatemala), distantes a unos mil 300 km, entre los años 300 y 500 d.C.

El altar, elaborado entre el 400-450 d.C. durante el periodo Clásico maya, fue hallado en una casa de un complejo residencial de la élite de Tikal, el principal sitio arqueológico de Guatemala, en el departamento selvático de Petén, fronterizo con México. 

El altar representa a la “diosa de la tormenta” de la cultura teotihuacana, indicó Paiz.

Se trata de una estructura rectangular de 1.1 metros de altura y 1.8 metros de ancho elaborada con tierra y estuco o masa de yeso. Muestra un rostro pintado con un tocado de borlas, un collar y otros elementos teotihuacanos. El complejo habitacional donde fue hallado el altar se detectó en 2019 tras un rastreo en la selva mediante la tecnología LiDAR (Light Detection And Ranging), explicó Ana Claudia Monzón, funcionaria del Ministerio de Cultura de Guatemala.

Una nueva técnica crea mapas 3D del ADN y revela secretos nunca vistos dentro del cuerpo

 Gracias a una nueva técnica de imagen genética, científicos han logrado reconstruir en tres dimensiones la localización exacta del ADN y el ARN dentro de un organismo completo. No es un mapa del genoma, sino un retrato espacial de cómo y dónde actúa el material genético en el interior del cuerpo.


¿Qué pasaría si los científicos pudieran hacer una imagen del interior de un organismo sin usar microscopios, luz ni lentes? No es ciencia ficción: ya es posible gracias a una innovadora técnica que transforma el propio ADN en una herramienta para crear mapas tridimensionales del cuerpo. Esta tecnología podría ayudarnos a entender mejores enfermedades como el cáncer, revelar cómo se organizan las células durante el desarrollo embrionario y ofrecer nuevas pistas sobre el sistema inmune. 

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La historia detrás de este avance comienza con una pregunta simple pero poderosa: ¿es posible registrar la posición de cada molécula en un organismo solo observando cómo interactúan entre ellas? Joshua Weinstein y Nianchao Qian, del Departamento de Medicina y la Escuela de Ingeniería Molecular de la Universidad de Chicago, acaban de demostrar que sí. Su técnica, presentada en la revista Nature Biotechnology, lleva el nombre de microscopía volumétrica por ADN, y es tan revolucionaria que replantea lo que entendemos por "ver" dentro del cuerpo humano. 

Ver sin luz: una nueva forma de hacer imágenes biológicas

La microscopía tradicional utiliza lentes y haces de luz para observar tejidos, células o estructuras microscópicas. Pero esta nueva técnica prescinde totalmente de la óptica. En su lugar, utiliza una reacción química que transforma las interacciones moleculares en datos que luego se convierten en imágenes tridimensionales. Es decir, en lugar de capturar la luz que emite un objeto, lo que se captura aquí es la posición relativa entre moléculas de ADN y ARN gracias a la química del propio material genético.

El proceso comienza con la introducción de secuencias sintéticas llamadas identificadores moleculares únicos (UMI)dentro de las células. Estos UMIs se adhieren al ADN o ARN de cada molécula y actúan como una especie de código postal molecular. Luego, se generan miles de conexiones llamadas identificadores de eventos únicos (UEI), que registran qué UMIs están cerca unos de otros. La frecuencia con la que dos UMIs generan UEIs refleja su cercanía física.

Una vez que todas estas interacciones se han producido, el material genético se extrae y se secuencia. Con esa información, se construye una matriz de proximidades. Aplicando modelos computacionales avanzados, los científicos reconstruyen una imagen espacial tridimensional del tejido o del organismo completo. Tal como se explica en el artículo original, este método es capaz de funcionar sin información previa sobre la forma o el contenido genético del organismo: "nuestro método extiende la microscopía por ADN a tres dimensiones a escalas que implican decenas de millones de moléculas formando una red molecular distribuida de barcodes de ADN únicos y próximos que etiquetan moléculas de ADN complementarias dentro del espécimen".


Un mapa 3D de un embrión vivo

Para demostrar el potencial de esta técnica, los investigadores la aplicaron a un embrión de pez cebra de 24 horas de desarrollo, un modelo muy común en biología del desarrollo. A partir de millones de datos obtenidos de las interacciones entre UMIs y UEIs, lograron reconstruir una imagen tridimensional del organismo completo, mostrando tanto su forma como la ubicación relativa de distintos genes activos.

Esto permite observar, por ejemplo, cómo se distribuyen ciertas familias de genes a lo largo del eje anterior-posterior del embrión. Al comparar los resultados con otros métodos de transcriptómica espacial basados en microarrays, los autores verificaron que las zonas de expresión coincidían notablemente. En sus propias palabras, "la inferencia de imagen tridimensional reproduce la morfología del pez cebra y los patrones de expresión génica conocidos".

El nivel de resolución que se alcanza es especialmente llamativo. Aunque no llega aún al nivel subcelular en todo el organismo, se consigue distinguir regiones con una precisión de alrededor de 1,5 micras, suficiente para observar la organización a escala celular en muchas zonas del embrión.


Cómo funciona esta reconstrucción computacional

El reto no solo era químico, sino también computacional. Convertir un mar de interacciones moleculares en una imagen 3D requiere resolver un problema inverso: inferir posiciones espaciales a partir de datos de proximidad. Para ello, el equipo desarrolló un nuevo algoritmo llamado Geodesic Spectral Embedding (GSE), que mejora técnicas anteriores basadas en reducción de dimensiones.

Este método analiza la matriz de UEIs y genera una representación tridimensional optimizada de las posiciones relativas de los UMIs. A diferencia de métodos anteriores, el GSE no presupone linealidad en los datos, lo que le permite capturar relaciones espaciales más complejas. Además, incluye una fase jerárquica para mejorar el rendimiento en grandes volúmenes de datos. Tal como se describe en el artículo, "GSE begins by constructing ‘global’ eigenvectors from the UEI matrix", y posteriormente ajusta las posiciones para minimizar la distancia estadística entre lo observado y lo esperado.

Gracias a esta técnica, fue posible inferir con gran fidelidad no solo la estructura del pez cebra completo, sino también la distribución espacial de genes implicados en el desarrollo embrionario y en la organización del sistema nervioso.

Más allá del pez cebra: potencial biomédico

Lo más emocionante de esta tecnología es su amplio potencial de aplicación en biomedicina. Como no depende de información previa sobre el genoma, puede aplicarse en tejidos poco conocidos o muy variables, como los tumores. Los autores señalan que la microscopía por ADN permitiría mapear con precisión el microambiente tumoral, algo crucial para entender cómo las células inmunes interactúan con las cancerosas.

También sería útil para estudiar la organización de tejidos como el sistema linfático, donde cada célula tiene una identidad genética única. "This is the critical foundation for being able to have truly comprehensive information about the ensemble of unique cells within the lymphatic system or tumor tissue", explican en el artículo de divulgación complementario​.

Además, dado que se trata de una técnica basada en reacciones químicas estándar y análisis por secuenciación, se puede escalar y adaptar a distintos contextos clínicos. En el futuro, podría integrarse con otras tecnologías de secuenciación y usarse para desarrollar vacunas personalizadas o tratamientos dirigidos basados en la ubicación precisa de las células.

Una herramienta para explorar la complejidad de lo vivo

La microscopía volumétrica por ADN no solo ofrece una nueva forma de ver, sino que también plantea un cambio de paradigma: en lugar de adaptar el tejido a la imagen (como se hace en la microscopía óptica), aquí es la imagen la que surge del propio tejido. Esta inversión conceptual permite observar organismos sin necesidad de marcadores externos ni cortes físicos, algo que siempre había limitado la tridimensionalidad en las técnicas anteriores.

El trabajo también destaca por su rigor metodológico. Para lograr imágenes de calidad, los investigadores tuvieron que diseñar protocolos químicos complejos que combinaran difusión anclada (para interacciones locales) y difusión no anclada (para relaciones a larga distancia). Esto se traduce en una imagen que integra múltiples escalas espaciales.


Fósil olvidado durante un siglo revela un enigma evolutivo de hace 500 millones de años

 Una criatura olvidada durante un siglo revela secretos sobre el origen de los artrópodos en un estudio liderado por un grupo de científicos de Harvard.


Durante más de cien años, Helmetia expansa fue poco más que una nota a pie de página en la historia de la paleontología. Descubierta en 1918 por el legendario Charles Doolittle Walcott, esta criatura del Cámbrico medio quedó durante décadas reducida a una única ilustración, sin una descripción formal ni análisis detallado. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Journal of Systematic Palaeontology ha cambiado radicalmente nuestra visión de este animal fósil y del grupo al que pertenece: los concilitergans, unos enigmáticos parientes de los trilobites. Detrás del redescubrimiento está un equipo de investigadores liderado por Sarah R. Losso, del Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard, quien ha analizado por primera vez los 36 ejemplares conocidos de Helmetia, conservados en el Museo Real de Ontario y en el Smithsonian Institution. El resultado: una reconstrucción sin precedentes de su anatomía, comportamiento y lugar en el árbol evolutivo de los artrópodos. 

Un fósil con historia, pero sin historia

La paradoja de Helmetia expansa es, cuanto menos, desconcertante. Aunque su hallazgo es casi tan antiguo como el propio concepto de la fauna del Burgess Shale —uno de los yacimientos fósiles más importantes del mundo—, nadie había dado el paso de estudiarla con el detalle necesario. Su cuerpo aplanado y sin partes mineralizadas no facilitaba las cosas. Sin un exoesqueleto calcificado como los trilobites, su preservación dependía de condiciones excepcionales. Y eso fue precisamente lo que ofreció el Burgess Shale: un entorno donde incluso órganos blandos como ojos, patas y glándulas digestivas pudieron fosilizarse.

El equipo de Losso no solo volvió a examinar el famoso holotipo descrito por Walcott hace más de un siglo, sino que revisó todo el material disponible. Así fue como emergió una criatura fascinante, de cuerpo ovalado, con una especie de caparazón en forma de hoja y un margen serrado. De su cabeza sobresalían espinas anterolaterales, y su parte posterior estaba coronada por un gran escudo (el pigidio) con espinas en forma de lanzas. 


Ojos, patas y branquias: así vivía Helmetia

Uno de los hallazgos más espectaculares del nuevo estudio fue la identificación de detalles anatómicos nunca vistos con claridad. Algunas muestras muestran ojos medianos ubicados bajo una estructura frontal en forma de escudo, junto con ojos laterales prominentes. Todo ello apuntaba a un sentido de la visión más sofisticado del que se suponía.

Pero aún más reveladora fue la aparición de extremidades. Tradicionalmente, se había pensado que Helmetia era un nadador que se desplazaba usando branquias laminares a modo de aletas, como ciertos animales planctónicos modernos. Sin embargo, varios ejemplares estudiados mostraban apéndices birrámeos completos, con una rama en forma de pata delgada y otra en forma de branquia. Esto indica que Helmetia caminaba por el fondo marino, al estilo de los trilobites, aunque con un cuerpo más flexible y aplanado.

A través de las extremidades se observan también estructuras internas sorprendentes: glándulas digestivas emparejadas y un intestino con forma de “J” en su parte anterior, con evidencia de un aparato digestivo complejo. Incluso se conservan estructuras similares a nervios ópticos y ganglios, un lujo en fósiles de esta antigüedad.

Como si la anatomía interna no bastara, dos de los ejemplares estudiados capturan un momento extremadamente raro en el mundo fósil: el proceso de muda. Al igual que todos los artrópodos, Helmetia necesitaba desprenderse de su exoesqueleto para poder crecer. Pero nunca antes se había registrado una muda en un concilitergan.

Los fósiles revelan cómo la criatura abandonaba su antigua “armadura” saliendo por la parte delantera, una estrategia poco habitual entre los artrópodos, más común en formas primitivas como los cangrejos herradura. Este dato aporta una pista valiosa sobre cómo evolucionaron las técnicas de muda en los primeros artrópodos, que luego se diversificarían hasta convertirse en el grupo más exitoso del reino animal. 

¿Pariente de los trilobites o algo más?

Durante décadas, los concilitergans han sido una incógnita filogenética. ¿Son un grupo hermano de los trilobites? ¿Una línea paralela dentro de los artiópodos? El estudio liderado por Losso no solo reconstruyó la anatomía de Helmetia, sino que también actualizó su lugar en el árbol evolutivo gracias a un nuevo análisis de 71 especies y casi un centenar de caracteres morfológicos.


El resultado fue ciertamente revelador. Helmetia expansa forma parte de una familia conocida como Helmetiidae, caracterizada por su cuerpo segmentado y espinas laterales. Este grupo se distingue de los Tegopeltidae, que tienen el cuerpo más fusionado y sin espinas. Pero lo más notable es que el análisis también incorporó a Arthroaspis bergstroemi, un fósil de Groenlandia del Cámbrico temprano, como el miembro más basal del grupo Conciliterga, al que pertenecen tanto Helmetia como otros artrópodos de aspecto “blindado”.

En resumen, estos fósiles canadienses, chinos y groenlandeses ayudan a trazar la evolución de un linaje que durante millones de años quedó enterrado en la oscuridad, tanto geológica como académica.

Lo que nos cuenta Helmetia sobre el pasado y el presente

¿Por qué es tan importante este fósil? Más allá de los detalles anatómicos y los árboles filogenéticos, lo que Helmetia expansa nos ofrece es una ventana única a un mundo anterior a los vertebrados, anterior incluso a los animales con conchas duras. En sus 500 millones de años de antigüedad, encierra una historia de adaptación, evolución y supervivencia.

Además, este tipo de estudios nos recuerda el valor de los yacimientos de conservación excepcional como el Burgess Shale, donde el tiempo se ha congelado hasta el punto de preservar intestinos, patas y ojos. Sin estas “cápsulas del tiempo” naturales, muchos capítulos clave de la historia de la vida seguirían siendo un enigma. 

Lo paradójico es que Helmetia expansa, ignorado durante un siglo, ha resultado ser uno de los fósiles más reveladores de su grupo. Una prueba de que incluso en el mundo fósil, las segundas oportunidades pueden cambiarlo todo.